Los romanos no eran tontos


A menudo juzgamos el pasado comparándonos con nosotros mismos, y nos hinchamos de orgullo. Creemos, al igual que lo creían los romanos del alto Imperio, que hemos alcanzado las más altas cotas de desarrollo intelectual, y que este proceso no acabará nunca. Vemos a los antiguos como pobres hombres, sin tecnología, sin satélites que les miren desde el cielo y les den una imagen proporcionada de quiénes son en relación al mundo. Como si la sabiduría la diese la tecnología.

Cuando les explico a mis alumnos que Eratóstenes midió la circunferencia de la tierra con un margen de error bastante aceptable, les parece algo más propio de la ciencia ficción. Así, cuando leemos textos como el siguiente de Tito Livio, nos sorprendemos y nos entra por un momento la duda: nosotros, independientemente de la tecnología que manejamos ¿somos tan listos como pensamos?




Lugar: Pidna, Golfo de Tesalónica
Fecha: Tarde del 21 de junio del 168 a.C.
Autor: Tito Livio, Ab Urbe Condita 44, 37.

"Una vez fortificado el campamento, Gayo Sulpicio Galo, tribuno militar de la segunda legión, que había sido pretor el año precedente, con el permiso del cónsul convocó a los soldados a una asamblea y anunció, para que nadie lo interpretase como un prodigio, que durante la noche siguiente se eclipsaría la luna desde la hora segunda hasta la cuarta. Que era posible conocer con antelación y predecir dicho fenómeno porque se produce, siguiendo el orden natural, en momentos determinados. Por tanto, del mismo modo que no se sorprendían, dado que el sol y la luna salen y se ponen invariablemente, de que la luna brillase unas veces en su plenitud y otras, al ir disminuyendo, en un pequeño cuerno, así, tampoco debían interpretar como un prodigio el hecho de que se oscureciera cuando estaba oculta por la sombra de la tierra. Cuando, en la noche que siguió a la víspera de las nonas de septiembre, la luna se eclipsó a la hora señalada, a los soldados les pareció casi divina la ciencia de Galo. En los macedonios tuvo el efecto de un prodigio funesto que presa­giaba el ocaso de su reino, y tampoco dieron otra interpre­tación sus adivinos. En el campamento macedonio hubo gritos y lamentos hasta que la luna apareció de nuevo con su propio brillo" (Trad. J.A. Villar Vidal, ed. Gredos).

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