El pelo en los retratos romanos: Nada es porque sí.



Pablo Ozcáriz Gil
Universidad Rey Juan Carlos

Las esculturas de personajes romanos importantes adquieren más sentido si las confrontamos con las descripciones que de esas personas hacen las fuentes literarias. Algo tan aparentemente irrelevante como es el pelo, puede esconder desde proyectos políticos hasta personalidades acomplejadas o características físicas familiares. Para la lectura de este artículo se recomienda comparar el texto con las imágenes.

Cuando yo estaba en 5º de EGB, una compañera de clase respondió a una pregunta de un examen de forma afirmativa. A continuación, había que contestar "¿por qué?" a lo que ella contestó: "Pues porque sí". Todavía me acuerdo de la risa que provocó en toda la clase cuando lo leyó en alto. En la política y en la representación pública romana, generalmente nada es porque sí. Todo tiene un sentido, una razón que explica la elección de cada motivo, cada detalle de las estatuas, relieves o monedas. Si alguien quiere aprender algo más sobre esto, podría empezar por el conocido libro de P. Zanker, "Augusto y el Poder de las imágenes". A menudo las características físicas que aparecen en los retratos de los romanos destacados tienen también un sentido que se nos pasaría por alto si no se explicase gracias a las fuentes literarias. Aquí van algunos ejemplos curiosos sobre el peinado de tres famosos romanos.

Retrato de Pompeyo Magno. Fuente: http://www.glyptoteket.com/sites/default/files/Pompejus_HR_0.jpg . Nota: Cuando el lector mire fijamente a los ojos de estos retratos, puede tener la seguridad de estar viendo a sus protagonistas tal y como eran en realidad. La semejanza física era un objetivo buscado y conseguido.

 El primero de ellos es el de Pompeyo Magno, el general que derrotó a Sertorio, acabó con los piratas de Cilicia y conquistó extensos territorios de Asia. Acabó enfrentándose a César, fue derrotado por éste en la batalla de Farsalia y perdió la cabeza (literalmente) al ir a refugiarse a Egipto. En este caso, podemos ver que su pelo está bastante despeinado, y tiene un remolino en la frente. Alguien se podría preguntar por qué se representaba despeinado, y puedo asegurar que no es porque la estatua la hubiese encargado su enemigo... La explicación está en otro personaje, Alejandro Magno. El pelo de Pompeyo es muy parecido al de las copias de las estatuas de Alejandro conservadas en Roma en aquél tiempo. Y es que ésta es la representación gráfica de un planteamiento político de Pompeyo: lo que los romanos llamaban "imitatio Alexandri", es decir, la imitación de Alejandro. Y quizás fue Pompeyo el que más lo intentó de todos los generales de su época: Emprendió una gran campaña hacia el Este. También creó ciudades con su nombre, al igual que hizo Alejandro con las Alejandrías. Primero Pamplona en Hispania, y luego en la parte oriental del Imperio, en Paflagonia o Cilicia. Y hay otra cosa que imitó, quizás la más obvia de todas: elegir el apelativo "Magno". Alejandro Magno - Pompeyo Magno. Es obvio. De este modo, cuando un romano de su época viese su retrato con el pelo despeinado y el remolino en la frente, lo relacionaría indudablemente con el resto de su política. 

Retrato de Julio César. Fuente: http://www.historiauniversal.info/wp-content/uploads/2014/12/busto_piedra_julio_cesar.jpg 
En segundo lugar podemos hablar de Julio César. Debió cuidar mucho su imagen pública. Suetonio (César 45) explica que "en lo tocante al cuidado de su cuerpo era bastante meticuloso, hasta el extremo de que no sólo se hacía cortar la barba y afeitar minuciosamente, sino incluso depilar, como algunos le reprocharon". Como bien se indica en las notas de la traducción de la editorial Gredos, el depilarse era un signo de afeminamiento. No se suele dudar de la heterosexualidad de César, y es que parece que los metrosexuales no son tan modernos como podría parecer. Pero lo que más le preocupaba era realmente su pelo. Suetonio continua diciendo que "llevaba muy mal el defecto de su calvicie, pues con frecuencia había podido comprobar que le exponía a las bromas de sus detractores. Por esa razón tenía costumbre de traer su ralo cabello desde la coronilla hacia delante y, de todos los honores que le fueron decretados por el Senado y el pueblo, ninguno recibió o utilizó con más gusto que el derecho a llevar continuamente una corona de laurel". Vamos, el típico truco de peinarse hacia adelante con el pelo que sale de atrás. Él fue el primer famoso en utilizar esta técnica de disimulo, pero está claro que no fue el último, como pueden comprobar en este enlace (díganme en los comentarios si no se trata del mismo peinado).

Retrato de Nerón. Fuente: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/8/89/Nero_1.JPG
El tercero del que podríamos hablar es Nerón. El emperador con peor fama debió cuidar su cuerpo mucho menos que César. Según Suetonio (Nerón 51) "tenía el cuerpo cubierto de manchas y exhalaba mal olor. (...) mostraba tan poco decoro en su arreglo personal y en su forma de vestir que, además de llevar siempre la cabellera escalonada, en su viaje a Acaya (Grecia) se la dejó crecer incluso por detrás de la cabeza, y con mucha frecuencia aparecía en público vestido con una bata, un pañuelo anudado al cuello, sin cinturón y descalzo". Los retratos de este emperador; al contrario que otros como Augusto, cambiaron a lo largo del tiempo según cambió su fisionomía. Por esta razón, para los que no están habituados a identificar los retratos de los emperadores es algo más complicado descubir de quién se trata. Sin embargo, Nerón tenía una característica física que se repite en todos ellos y que ya se intuye en las palabras de Suetonio: le crecía el cabello desde la parte baja de la nuca, con numerosos rizos, como se puede ver en la imagen. Debió ser muy muy peludo. Esta particularidad podía deberse a una herencia genética. Júzguenlo ustedes mismos en la imagen atribuida a su abuelo L. Domicio Ahenobarbo, en el Ara Pacis, que ya incluí en un artículo anterior

En definitiva, un elemento estético como el pelo puede servir para demostrar que las fuentes literarias no se inventan informaciones como las descripciones físicas de personajes, ya que coinciden con sus esculturas. Además, refuerza la idea de que hasta el más mínimo detalle de los retratos romanos tiene un sentido, un mensaje y una interpretación. 

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