La familia Barbarroja, los Borgia del Imperio romano.
Pablo Ozcáriz
Universidad Rey Juan Carlos
En la historia hay familias famosas por sus intrigas y su mala reputación. Los Borgia son un buen ejemplo. Pero existen otras mucho menos conocidas, que podrían compartir ese reconocimiento.
Universidad Rey Juan Carlos
Relieve del Ara Pacis. La figura de la foto ha sido tradicionalmente identificada con Lucio Domicio Ahenobarbo. Foto del autor. |
En la historia hay familias famosas por sus intrigas y su mala reputación. Los Borgia son un buen ejemplo. Pero existen otras mucho menos conocidas, que podrían compartir ese reconocimiento.
Los
Ahenobarbo ("Barbarroja" en latín) eran una rama de la "familia" de los Domicios, sobradamente conocidos en Roma. Según contaban, en la mítica
Batalla del Lago Regilo a principios del siglo V a.C., Cástor y
Pólux (los héroes-semidioses gemelos conocidos como Géminis en el zodíaco) se le aparecieron a un antepasado suyo y le anunciaron la victoria en
la batalla. Para confirmar la verdad de lo que le habían dicho, su barba negra se transformó en roja, una característica que heredaron sus descendientes. Pero no debió ser el color de su barba la única característica que heredaron, ya que si por algo destacó esta familia fue por su crueldad, sadismo y desenfreno.
Desde principios del siglo II a.C. la de los Ahenobarbo era una de las familias senatoriales más importantes de la capital. En el año 31 a.C. Gneo
Domicio Ahenobarbo había apostado por apoyar a Marco Antonio en la Guerra Civil. Cuando llegó
a su lado para preparar la batalla definitiva de Accio, se encontró con que
Cleopatra estaba participando activamente en los preparativos, algo que él encajó con dificultad. La figura de
Cleopatra era especialmente desagradable para los romanos, pues encarnaba todos los vicios
de Oriente, y además era mujer. Gneo desertó al bando de Augusto poco antes de la batalla, pero no llegó a disfrutar de la victoria, ya que murió a los días siguientes por unas fiebres. Este
cambio de bando in extremis fue muy apreciado por Augusto, que le perdonó y se preocupó personalmente de cuidar la trayectoria de su hijo Lucio.
En
el año 16 a.C. Lucio Domicio Ahenobarbo fue cónsul, en el 12 a.C. procónsul en África y posteriormente gobernador de la Hispania Citerior. También acudió como legado de Augusto al Ilírico, la
zona de la antigua Yugoslavia, para después pasar a comandar el ejército en
Germania en el año 6 a.C. La relación de este Ahenobarbo con la familia imperial fue muy estrecha: Se casó con Antonia la Mayor, sobrina de Augusto, y el emperador le nombró albacea de su testamento. Debió
ser una persona con un carácter muy complicado. Suetonio (Vida de Nerón, 4) lo describe como arrogante,
extravagante, desenfrenado y cruel, tan conocido en su juventud por su habilidad para
conducir carros como para ganar insignias triunfales en la guerra en Germania. Fue famoso también porque hizo salir a escena del teatro a caballeros romanos y matronas para que actuasen como mimos, algo realmente escandaloso. Siendo pretor y cónsul organizó en Roma cacerías de
fieras y combates de gladiadores en el circo y en todos los barrios de la
ciudad. Pero debieron ser unos espectáculos de una crueldad tan grande y excesiva que Augusto le tuvo que llamar la atención, primero en privado y luego en público mediante un edicto. Su difícil personalidad ya anunciaba la de sus
sucesores.
Lucio fue padre de un niño llamado Gneo cuya conducta durante toda su vida fue, según Suetonio, detestable (Suet., Neron 5) . Si alguien ha leído a Suetonio sabrá que si le dedica este calificativo los méritos de Gneo tuvieron que ser muchos y variados. Los ejemplos
que pone para justificar esa opinión son sorprendentes por su
crueldad. Mató a un liberto suyo porque se negó a beber todo lo que él le ordenaba. Cómo habría sido este episodio, que el joven Calígula -ningún ejemplo de virtud- le expulsó de su grupo de amigos. Otra vez lanzó al galope su
caballo y aplastó a propósito a un niño. Tampoco aceptaba bien las críticas. Un caballero que intentó reprenderle con franqueza sufrió su ira y acabó sin uno de los dos ojos. Se le culpaba de estafar a banqueros y a los conductores de carros a los que debía pagar y fue también acusado de lesa majestad, de adulterios y de incesto con su hermana Lépida (todo un clásico). Murió enfermo de hidropesía, una retención masiva de líquidos provocada por alguna otra enfermedad.
Lucio también fue abuelo de Mesalina, la tercera mujer del emperador Claudio. Fue famosa por su promiscuidad, infidelidades y caprichos, hasta el punto de que se prostituía de forma habitual en la Subura (el equivalente al "barrio chino" de Roma) y llegó a organizar una competición con las prostitutas de toda la ciudad a ver cuál de todas ellas conseguía pasar por más hombres en una noche. Su mayor competidora, una tal Escila (cuyo nombre es el mismo que el del monstruo que devoraba barcos enteros...), tuvo que abandonar cuando superaba los 70 hombres, quedando Mesalina ganadora de la competición. Lejos de ser una de tantas leyendas urbanas, esta historia pudo tener algo de realidad, ya que nos la han transmitido tanto Juvenal como Suetonio. La maldad de esta mujer también llevó a la muerte a no pocos hombres. Entre otros, al gobernador de la Citerior Cayo Apio Junio Silano, sobre el que volveremos en otro artículo. Hoy en día, la RAE define el adjetivo mesalina de la siguiente manera: Mesalina: (Por alus. a Mesalina, esposa de Claudio, emperador romano). f. Mujer poderosa o aristócrata y de costumbres disolutas.
Pero el linaje de Ahenobarbo no termina con Mesalina. Al otro nieto de Lucio le pusieron el mismo nombre que su abuelo, Lucio Domicio Ahenobarbo. Todos ustedes le conocen. Quizás no por su nombre de nacimiento, pero sí por el que pasó a la posteridad: Nerón. Madre mía qué familia...
Un relato con puro estilo suetoniano en una obra que podríamos titular "Vida del entrono de los Césares"
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